Sapiens. De animales a Dioses – Yuval Noah Harari




Lúcido e iluminador: la historia de la humanidad en un solo volumen.

Este es el fascinante relato de nuestra extraordinaria historia: de simios sin importancia a amos del mundo.

¿Cómo logró nuestra especie imponerse en la lucha por la existencia? ¿Por qué nuestros ancestros recolectores se unieron para crear ciudades y reinos? ¿Cómo llegamos a creer en dioses, en naciones o en los derechos humanos; a confiar en el dinero, en los libros o en las leyes? ¿Cómo acabamos sometidos a la burocracia, a los horarios y al consumismo? ¿Y cómo será el mundo en los milenios venideros?

En De animales a dioses, Yuval Noah Harari traza una breve historia de la humanidad, desde los primeros humanos que caminaron sobre la Tierra hasta los radicales y a veces devastadores avances de las tres grandes revoluciones que nuestra especie ha protagonizado: la cognitiva, la agrícola y la científica. A partir de hallazgos de disciplinas tan diversas como la biología, la antropología, la paleontología o la economía, Harari explora cómo las grandes corrientes de la historia han modelado nuestra sociedad, los animales y las plantas que nos rodean e incluso nuestras personalidades. 

¿Hemos ganado en felicidad a medida que ha avanzado la historia? ¿Seremos capaces de liberar alguna vez nuestra conducta de la herencia del pasado? ¿Podemos hacer algo para influir en los siglos futuros?



“Nunca convenceremos a un mono para que nos dé un plátano con la promesa de que después de morir tendrá un número ilimitado de bananas a su disposición en el cielo de los monos” – Yuval Noah Harari


Hoy hablamos del libro Sapiens. De Animales a Dioses escrito por Yuval Noah Harari.

¿Cómo pasamos de ser un simple animal más en medio de la sabana Africana a dominar por completo el planeta Tierra y estar a punto de convertirnos en Dioses?

Pues Yuval con este libro responde a esta pregunta. En él ha conseguido resumir toda nuestra como Homo Sapiens de una manera tan sencilla y entretenida que debería ser de lectura obligatoria para todos.

El libro comienza preguntándose…

¿Qué ha hecho nuestra especie diferente a las demás para dominar el planeta Tierra?

Y a partir de ella desarrolla toda nuestra historia. Esta ha estado ha estado marcada por 3 revoluciones:

Revolución cognitiva. Hace unos 70.000 años.
Revolución agraria. Hace unos 12.000 años.
Revolución científica. Hace unos 500 años.
Empecemos por la primera.

Hace unos 70.000 años algo sucedió en los Homo Sapiens que nos permitió ir un paso por delante de nuestros familiares los chimpancés, gorilas, orangutanes, etc.

Posiblemente esa ventaja fue tener un cerebro mucho más grande. El nuestro pesa el 2-3% de nuestro peso corporal y consume el 25 % del total de energía (cuando está en reposo). En cambio, el de un chimpancé gasta solamente un 8 %. Tres veces menos.


Nuestra gran ventaja competitiva.

¿Y en qué gasta tanta energía nuestro cerebro?

Pues uno de los gastos principales es el lenguaje. A diferencia de otros animales el nuestro es muy flexible. Podemos combinar un número ilimitado de sonidos y señales para hacer un número infinito de frases en las que cada una signifique algo diferente. Como en este artículo.

¿Y qué ventajas ofrece este lenguaje tan flexible?

Compartir información sobre el mundo que nos rodea. Otra especies también lo hacen. Un chimpancé también avisa a sus compañeros cuando se acerca un león.

Poder transmitir información acerca de cosas que no existen en absoluto en la realidad.

Esta última ventaja si que solamente la tiene nuestro lenguaje. Por ejemplo, a un agricultor de plátanos se le puede contar que en nombre de un ser supremo llamado Dios debe donar el 10% de su cosecha. Si lo hace, cuando muera irá al cielo donde disfrutará de todos los lujos que quiera y será feliz eternamente. Si se niega, arderá y se pudrirá en el infierno.

Ahora imagínate que le contásemos la misma historia a un mono.

¿Crees que nos dará algún plátano si le prometemos que cuando muera podrá disfrutar de un cantidad ilimitada de plátanos en el cielo de los monos?

Por tanto, somos la única especie capaz de utilizar el lenguaje para contar y creernos historias inventadas por nosotros mismos. También se las conoce como ficciones, constructos sociales o realidades imaginadas ya que únicamente existen en la imaginación común de los seres humanos.

Gracias a ellas dejamos atrás el número de Dumbar, que básicamente dice que a nivel biológico cada ser humano solo podemos conocer y colaborar con un máximo de unas 150 personas. Ahora podíamos cooperar junto a miles de desconocidos siempre y cuando compartiéramos la misma ficción.

Un ejemplo sería cuando cientos de soldados estadounidenses que no se conocen de nada entre ellos están dispuestos a arriesgar su vida en una guerra para defender la nación, patria y bandera estadounidense. ¿Pero qué es realmente EEUU? Pues una ficción que solo existe en la imaginación de los seres humanos.

Si ves un mapa de EEUU verás Nueva York, Tejas, California, etc. Pero si desde el espacio te fijaras en esos mismos estados, verías solamente montañas, ríos y desiertos.

Realidad imaginada y realidad objetiva. Los estados y las fronteras solo existen en nuestra imaginación.

Por tanto, vivimos en una realidad dual, por un lado tenemos la realidad objetiva que es la de ríos, árboles y leones. Y por el otro, la realidad imaginada, que es la de los dioses, naciones o dinero.

Sin esta realidad imaginada no podríamos haber creado órdenes imaginarios para que millones de seres humanos cooperasen juntos.

Veamos los 2 tipos órdenes que hay:

Orden natural. Es un orden estable. Un ejemplo sería la gravedad. Si todos nosotros dejásemos de creer en ella, mañana por la mañana seguiría funcionando.

Orden imaginado. Es un orden inestable ya que depende de ficciones. En el momento que la mayoría deja de creer en ellas desaparece el orden. Un ejemplo sería el dinero. Si mañana dejáramos todos de creer en él y viésemos las monedas y billetes como simples trozos de papel y metal el orden monetario se vendría abajo.

De todas formas, que un orden imaginario desaparezca es difícil ya que es un fenómeno intersubjetivo. No solo existe en mi imaginación sino que también lo hace en la de millones de personas que ni siquiera conozco.

Por ello si quisiera derrocar a un orden imaginado tendría que ayudarme alguna organización, culto religioso, movimiento ideológico o partido político los cuales también tienen que convencer a muchos extraños para que cooperasen entre si. Y la única forma de hacerlo sería compartiendo las mismas ficciones.

Por tanto, para cambiar un orden imaginado existente hemos de creer primero en un orden imaginado alternativo.

Tras la crisis financiera del 2008 hubo gente que dejo de creer en el dólar (orden imaginado existente) e inventaron el bitcoin (orden imaginado alternativo).

Así que como dice Yuval:

No hay manera de salir del orden imaginado. Cuando echamos abajo los muros de nuestra prisión y corremos hacia la libertad, en realidad corremos hacia el patio de recreo más espacioso de una prisión mayor.

Después se profundiza en los tres órdenes imaginarios que han unificado a la humanidad haciendo que hoy en día vivamos en un mundo donde casi todos compartamos el mismo sistema geopolítico, económico, legal y científico.

Estos órdenes imaginarios han sido el orden monetario, el orden imperial y el orden de las religiones universales (ejemplos: budismo, cristianismo e islamismo)

Estos han sido los causantes de que hayamos pasado de un mundo compuesto por muchas culturas pequeñas a unas pocas culturas grandes, y finalmente, a una única sociedad global en la que vivimos en la actualidad.

Pero si hay un momento en el que nos hemos desmarcado por completo del resto de las especies y hemos adquirido un poder descomunal ha sido con la revolución científica que se ha producido durante los últimos 500 años.

Algunos datos:

En el año 1500 eramos unos 500 millones de seres humanos en todo el mundo. Hoy somos más de 7.000 millones (14 veces más).

En el año 1500 pocas ciudades tenían más de 100.000 habitantes y casi todas las casas estaban hechas de barro, madera y paja. En aquellos tiempos un edificio de 3 pisos ya era un rascacielos. Hoy en día muchas ciudades tienen millones de habitantes y hay rascacielos como el Burj Khalifa que tiene 163 plantas y una altura de 828 metros.

En el año 1522 la expedición de Magallanes dio la vuelta al mundo en tres años y casi todos los tripulantes murieron, incluido el propio Magallanes. Hoy en día, una persona de clase media puede dar la misma vuelta al mundo de manera segura y fácil en tan sólo 48 horas.

También hemos derrotado a la mayoría de la enfermedades infecciosas, hemos pisado la Luna e incluso hemos inventado la bomba atómica con la cual podemos autodestruirnos.

Todo estos logros los empezamos a conseguir cuando aceptamos nuestra propia ignorancia acerca del mundo que nos rodeaba y tanto las instituciones políticas como económicas empezaron a invertir recursos a la investigación científica. A cambio esta les daba nuevos poderes a esas mismas instituciones que los usaban de nuevo para obtener más recursos. Y parte de estos recursos los volvían a reinvertir en más investigación.

El bucle de la revolución científica.

Por ejemplo, si el gobierno de EEUU invierte dinero en investigar la física nuclear se podrá producir electricidad barata para que las industrias estadounidenses funcionen. Estas pagarán impuestos al gobierno y con este dinero el gobierno financiará de nuevo más investigaciones en física nuclear.

Sin el capitalismo este bucle no hubiera funcionado. Es decir, si no hubiera sido por hombres de negocios que buscaban hacer dinero, ni Colón habría llegado a América ni Neil Armstrong habría dado ese pequeño paso sobre la Luna.

A partir de esto Yuval habla sobre el funcionamiento del capitalismo y también sobre los efectos que han tenido tanto la revolución industrial como la época moderna en nuestras vidas.

Después de tratar estos temas, lanza las siguientes preguntas para hacernos reflexionar…

¿Todas las riquezas que la humanidad ha acumulado durante los últimos 500 años se han traducido en que estemos más satisfechos y seamos más felices?

¿Es más feliz el trabajador medio hoy en día que un cazador-recolector de hace 30.000 años?

Y si no fuera así, ¿qué sentido ha tenido desarrollar la agricultura, las ciudades, la escritura, las monedas, los imperios, la ciencia y la industria?

La mayoría de historiadores ni siquiera se plantean este tipo de preguntas. Han investigado la historia de casi todo pero raramente se han parado a preguntarse como los progresos que hemos conseguido han influido en nuestra felicidad.

Primero vamos a ver qué es la felicidad. La definición más aceptada es la de que es un “bienestar subjetivo”. Es algo que siento en mi interior, una sensación o bien de placer inmediato, o bien de satisfacción a largo plazo con la manera en la que se está desarrollando mi vida.

Dentro de los pocos historiadores que han estudiado la historia de la felicidad hay 2 bandos.

Por un lado, están los que dicen que cuanto más hemos progresado más felices hemos sido pero esto no es muy convincente ya que el hecho de que colectivamente hayamos tenido éxito como especie no quiere decir que a nivel individual también sea así.

Por ejemplo, en la revolución agrícola nuestro poder colectivo aumentó, pero el campesino medio trabajaba más duro que sus antepasados los cazadores-recolectores para conseguir un alimento menos variado y nutritivo. Además estaban más expuestos a las enfermedades y a la explotación.

El otro bando son los que opinan que cuanto más hemos aumentando nuestro poder, el mundo se ha ido convirtiendo cada vez más en un lugar mecanicista y frío que está mal adaptado a nuestras necesidades biológicas y que en la vida de la clase media urbana no hay nada que se acerque a la excitación y el gozo que experimentaban los cazadores-recolectores cuando cazaban un mamut.

También es un visión simplista. Vale que no podemos sentir el éxtasis de cazar un mamut pero hemos reducido la mortalidad infantil globalmente de un 33% a menos del 5%, la violencia ha caído en picado, la guerras internacionales prácticamente han desaparecido y las hambrunas a gran escala casi se han erradicado. ¿Estos logros no nos producen la misma o incluso más felicidad que cazar un mamut? Seguramente, sí.

¿Pero qué es lo que más impacto tiene sobre nuestra felicidad? ¿Es el dinero, la salud o la comunidad?

Todas estas cosas influyen, pero lo que más impacta en nuestra felicidad es la correlación entre las condiciones objetivas y nuestras expectativas subjetivas.

Por ejemplo, si pienso que esto lo van a leer 100.000 personas y una semana después solo lo han leído 30, pues estaré triste. En cambio, si pienso que lo van a leer 30 personas pero luego lo leen 100.000 pues mi nivel de felicidad estará por la nubes.

Por tanto, nuestra felicidad depende principalmente de nuestras expectativas.

¿Y a nivel biológico que nos hace felices?

Básicamente sensaciones agradables en nuestro cuerpo. Cuando a una persona le toca la lotería no es feliz por ese suceso sino porque cuando se entera empiezan a circular por su sangre hormonas como la serotonina, dopamina o oxitocina que junto a las señales eléctricas del cerebro le permiten estar en un estado de felicidad.


¡Como me mola este subidón de serotonina!

Lo malo de este pico de felicidad es que no es para siempre ya que nuestro sistema bioquímico está diseñado para mantener el nivel de felicidad estable. Es como un aire acondicionado el cual mantendrá la misma temperatura haya una ola de calor o una tormenta de nieve.

Por tanto, aunque un acontecimiento haga que mi nivel de felicidad se dispare o se vaya por los suelos, siempre volverá al nivel inicial.

Ya sabemos que las claves de la felicidad están en manos de nuestro sistema bioquímico. Entonces, ¿por qué no dejamos de perder el tiempo en política, reformas sociales, golpes de Estado e ideologías, y nos centramos en manipular nuestra bioquímica que es lo único que puede hacernos realmente felices? ¿Y si invirtiéramos miles de millones en comprender la química de nuestro cerebro y desarrolláramos tratamientos apropiados para que la gente fuese mucho más feliz de lo que nunca ha sido antes?

La selección natural ha permitido que seamos el único organismo que pueda hacerse este tipo de preguntas para después intentar buscar respuestas. Pero hasta hace poco seguían estando limitadas por las leyes de la biología.

Hoy ya, a principios del siglo XXI, los Homo Sapiens estamos empezando a romper las leyes de la selección natural y sustituyéndolas por las leyes del diseño inteligente.

Desde hace 4.000 millones de años, la selección natural ha sido la principal fuerza que modificaba a los organismos pero ahora somos nosotros los que lo estamos haciendo. Un ejemplo de ello es cuando en el año 2000 se cogió un embrión de conejo blanco, le implantaron en su ADN un gen de una medusa fluorescente y…

Creamos a Alba, el primer conejo verde fluorescente. Producto del diseño inteligente.

En un futuro próximo el diseño inteligente sustituirá a la selección natural y esto podrá suceder de 3 maneras diferentes:

Ingeniería biológica. Cuando los humanos intervenimos de manera intencionada a nivel biológico. Implantamos genes para modificar la forma, las capacidades, las necesidades o incluso los deseos de un organismo. Alba sería un ejemplo de este tipo de ingeniería.

Ingeniería de cíborgs. Combinación de partes orgánicas con inorgánicas y un ejemplo aquí sería que a una persona sin piernas le pusieran unas biónicas. Hoy en día puede que estas piernas no sean mejores que unas orgánicas pero su ventaja es que tienen un nivel de desarrollo ilimitado. Dentro de unas décadas el récord de los 100 metros lisos sucederá en los Juegos Paralímpicos.

Ingeniería de vida inorgánica. Seres completamente inorgánicos que pueden evolucionar de manera independiente. ¿Te imaginas a este huyendo de su creador?

Aún estamos al principio de todos estos cambios. La próxima etapa de nuestra historia no sólo incluirá transformaciones tecnológicas sino también transformaciones que pongan en cuestión el término humano.

Estamos a punto de convertirnos en Dioses pero a pesar de las grandísimas cosas que somos capaces de hacer, seguimos sin estar seguros de nuestros objetivos y parecemos estar tan descontentos como siempre. Hemos pasado de las canoas a los galeones, a los buques de vapor y a las lanzaderas espaciales, pero nadie sabe adónde vamos. Somos más poderosos de lo que nunca fuimos, pero tenemos muy poca idea de qué hacer con todo ese poder.

¿Hacia dónde nos dirijimos?

¿En qué se convertirá nuestra especie en la próximas décadas?

Publicar un comentario

0 Comentarios