¿Por qué nos enamoramos?



¿Cómo nos enamoramos?

La casi totalidad de los seres humanos se enamoraron en el curso de su vida.

Hasta las personas que poseen deficiencia mental, son capaces de prendarse de alguien. Esto testimonia una predisposición afectiva de la especie humana. Estamos genéticamente programados, en cierto modo, para enamorarnos. 

¿Cómo podemos enamoramos?

1-Por qué nos enamoramos?
2- Cómo nos enamoramos?
3- De quién nos enamoramos?

Esta pequeña exposición sobre el amor está sacada del libro "Las 10 mentiras sobre el amor y la vida de pareja".

1- ¿Por qué nos enamoramos?

Simplemente porque es bueno. Desde un punto de vista biológico, esto va justo en el sentido de la evolución de la especie. Si el hombre no sintiera nada por su compañera, esta se quedaría sola.

2- ¿Cómo nos enamoramos?

Numerosos estudios han sido hechos sobre el amor y sus diferentes manifestaciones.

Nuestro cerebro cuando se enamora, está sostenido por un conjunto de mecanismos neurológicos muy complejos.

En primer lugar tenemos el olor. Aunque tiene un papel muy grande, su influencia es la mayoría de las veces, inconsciente. Hablamos de nuestro olor normal y es inútil llenamos de perfumes comprados en las tiendas con el fin de encontrar el qué hará que alguien se enamore de nosotros. Diferentes estudios muestran que una compatibilidad olfativa es necesaria para sentir atracción, sin hablar ya de las feromonas (hormonas sexuales).

En el segundo lugar, tenemos el estado de euforia. Dos estados intervienen: los circuitos del placer y el de la recompensa. Si alguien nos gusta, nuestro cerebro secretará endorfinas (hormonas naturales del placer) y dopamina. Cuando se está enamorado y la persona que nos gusta no está allí, la echamos en "falta" porque la secreción de estas hormonas se acelera en presencia de ella.

He aquí el circuito del placer empleado: búsqueda de la presencia de alguien que te guste, con la activación de la dopamina. La recompensa, en forma de placer, gracias a las endorfinas y bajando cuando el efecto euforizante se va atenuando. Nueva búsqueda de la presencia de la persona, para colmar la falta. Es por ello que a menudo se dice que el amor es como una droga.

El enamorado es en cierto modo un drogadicto del amor, buscando sin interrupción las buenas sensaciones que le produce la presencia del otro, al que acaba por atarse bajo la influencia del ocytocine, una molécula capaz de inducir un efecto global de bienestar contrarrestando las hormonas del estrés (adrenalina y cortisol). Es pues este juego combinado por la dopamina, por el ocytocine y por las endorfinas, los que dan cuenta del estado en que se siente el enamorado: exceso de energía, impresión de sentir aumentada su vitalidad, placer.

Sobre este punto, científicos y poetas coinciden: la pasión amorosa es una droga. He aquí también por qué el one-tis es incomprobable y doloroso. El one-tis tiene también la desventaja de inducir una tensión a nuestro cerebro haciéndonos sentir tristes.

La eventualidad de la experiencia amorosa está inscrita en nuestra mente, sin embargo, raramente nos enamoramos a la primera ojeada. Habitualmente es necesario un tiempo largo para sentir los efectos euforizantes del amor. Además, Cupido no se retrata del mismo modo entre los jóvenes y los menos jóvenes, entre los solteros y casados. Las hormonas no son las únicas responsables de lo que nos llega. Factores psíquicos deben forzosamente tenerse en cuenta.

Dos condiciones son esenciales en la aparición del estado amoroso: insatisfacción y deseo de cambio. Cuando la tensión suscitada por la insatisfacción y el deseo de cambio están en su cumbre, la descarga es inminente. El momento exacto cuando éste se produce coincide frecuentemente con circunstancias excepcionales fuera de la realidad diaria: vacaciones, viaje al extranjero, actividades de ocio, fiestas entre amigos...

La rotura con nuestro entorno de vida y las preocupaciones acostumbradas, desempeñan el papel de pararrayos. Además, todas las situaciones generadoras de emociones fuertes, son propicias a la necesidad de sentimiento amoroso.

Los psicólogos explican este fenómeno por un error simple de atribución: al sujeto que siente una activación fisiológica (subida de los ritmos cardiacos y respiratorios, aumento de la tensión arterial y muscular, elevación de la temperatura...), se le atribuye, de modo erróneo, a la presencia de una persona en particular.

Sabemos que un bar o un restaurante no son el mejor sitio. Posiblemente valdría más llevar nuestro blanco a lugares donde se puedan sentir emociones fuertes, por ejemplo, cine con películas extremas de horror, parque de atracciones, deporte (escalada, alpinismo) Total, todo lo que puede provocar emociones fuertes.

En resumen, hay que estar preparado para enamorarse, pero hasta que llegue la sensación de haber roto con el pasado, sus estructuras y sus valores, la insatisfacción de ciertos aspectos de tu vida produce ganas de cambio. Asi, dos seres realmente predispuestos a enamorarse, tienen todas las posibilidades de reconocerse si se encuentran, ya que comparten la misma mentalidad.

Es decir, ¿podemos enamoramos de cualquiera? Si, teóricamente, según la psicologia social.

3- ¿De quién nos enamoramos?

Los sociólogos descubrieron que la inmensa mayoría de los matrimonios unen a personas que vivían en el mismo barrio, que trabajaban en el mismo lugar y que frecuentaban los mismos establecimientos de formación. Hablamos de endogamia, unión de matrimonios en el seno del mismo medio socioeconómico y cultural. 

La proximidad es pues un factor clave en el nacimiento del amor. El elemento es la frecuencia con la que la gente se cruza. En efecto, suponer que se siente una atracción extremadamente intensa hacia un desconocido en el andén de una estación, aunque es improbable que un contacto determinante pueda efectuarse allí mismo, porque no bastará con sólo detenernos. En cambio, un vecino, un colega de trabajo o un compañero de estudios, presentan la ventaja de poder cruzarles de nuevo.

La proximidad crea las ocasiones de encuentro.

Después es ahí donde se nota la diferencia.

Los encuentros repetidos llevan muy a menudo al afecto, por un fenómeno que los psicólogos llaman: afecto de exposición simple. Éste da cuenta de nuestra tendencia a apreciar más lo que a menudo se percibe.

Este proceso puede crear también la amistad, lo que no es el efecto deseado. Sin embargo, podemos concluir que la proximidad permite el acercamiento para así poder desarrollar tu vida social y multiplicar las ocasiones de encuentro.

La familiaridad nacida en encuentros repetidos, explica una parte de nuestras atracciones. No nos enamoramos de todos nuestros allegados, lo que deja suponer la existencia de factores complementarios. La sabiduría popular nos ayuda aquí: cada oveja con su pareja. La similitud interviene en el proceso.

Estudios mostraron que los amigos, los compañeros enamorados y los cónyuges, eran mucho más susceptibles que la gente emparejada al azar, de mantener creencias y valores similares, manifestando las mismas actitudes,

Para encontrar a compañeras o compañeros similares, podemos ir a lugares que nos gusten:

- Deportes,
- Religiones.
- Politica.
- Asociaciones

En estos lugares es más fácil que encontremos compañeras o compañeros que se nos parezcan.

La simpatía creada por las similitudes se comprende fácilmente. Si los numerosos puntos comunes aparecen en el curso de una conversación, vamos a experimentar más simpatía hacia el desconocido que indiferencia, incluso estima, si nuestras opiniones divergen sobre puntos importantes.

Podemos, pues, preguntarnos si estos son los mejores métodos para entrar en relación con los otros. Debemos procurar que esto no nos cree un ambiente falso. Es como si por ejemplo, falsificábamos nuestro curriculum vitae para conseguir una entrevista.

Tendremos posiblemente la entrevista gracias a esto, pero a largo plazo, no conseguiremos lo que pretendíamos por el engaño.

Un último punto que merece ser tenido en cuanta en la búsqueda de la similitud, es la gratificación que proporciona. En efecto, apreciamos a las personas que se nos parecen, y podemos suponer que también nos aprecian ellas a nosotros por las mismas razones. 

Además, la gente que piensa como nosotros, contribuye a validar nuestros puntos de vista, lo que es gratificante. Así por la gratificación recibida y el placer experimentado con su presencia, te animamos a reiterar los encuentros y a mantener la relación.

Deberemos ir a lugares que nos agraden, así que haz un pequeño ejercicio, escribe una lista de tus gustos en el ocio y orienta tus búsquedas en ese entorno. Por supuesto que todo es relativo, porque hay lugares más o menos propicios a los encuentros. Trata de elegir bien.

¿Todo esto es suficiente para enamorarse? ¿Captar los buenos olores nos predisponen al amor cuando nos sentimos insatisfechos de nuestra vida actual, deseosa de renovación y de cambio? ¿Encontrar a personas en el mismo estado psíquico que nosotros nos gratifica y podemos intentar verles frecuentemente? La respuesta es no.

¿Cuál es el ingrediente que nos falta? Es aquí donde los psicoanalistas buscan el subconsciente. De manera simplificada, los Freudianos invocan los rastros dejados por las primeras relaciones importantes de afecto, particularmente la relación con la madre.

Estas experiencias precoces del placer y del disgusto, formatean al niño, dejan en el huellas que serán determinantes para la continuación de su vida amorosa. Más tarde, el joven adulto buscará inconscientemente caras que le recordarán las delicias de esta primera relación de afecto. Va, en cierto modo, a reconocer en su nuevo amor, las sensaciones ya experimentadas y los recuerdos ya enterrados.

Habría una cara escondida de nuestra personalidad. Por ejemplo, una persona pacífica habría rechazado su parte de violencia inherente en todo ser humano. Todos estos lados sombríos, no aceptados, son relegados en el inconsciente y constituyen una sombra. 

Nosotros tendemos a proyectar nuestra sombra sobre otros, lo que explica que somos muy sensibles a los defectos que descubrimos y que protegemos en nosotros mismos.

Para liberarse de esto, existen dos métodos: la terapia o el autoanálisis. La preocupación del autoanálisis es que es a veces es muy difícil analizarse serenamente. Hacer una terapia permite tener una mirada exterior sobre uno mismo y hasta a menudo más justa.

El reconocimiento del otro, así como las proyecciones que se efectúan sobre él, no pueden ser controladas voluntariamente ya que dependen de factores inconscientes. Es por eso que no podemos decidir enamorarnos.

Publicar un comentario

0 Comentarios